7 oct 2008

Los libros arden mal


A lo largo de la Historia los libros se han censurado por las buenas o por las malas. Me encanta la maldición que cae sobre todos aquellos que maltratan los libros; y es que los libros arden mal y su fuego también prende a quien ha echado leña para convertir en cenizas sus páginas. Aún hoy, cuando se cuestiona la influencia, y hasta la necesidad, de los libros porque están siendo sustituidos por nuevos soportes y nuevas tecnologías, los libros siguen siendo perseguidos, ya no digamos los autores que lo firman. Salman Rushdie, por ejemplo, continúa condenado a muerte, y no puede pisar la calle sin previa autorización del gobierno británico que le ofrece protección a través de escoltas, y todo por cantarle las cuarenta al fundamentalismo musulmán; ahora, Sarah Palin, la candidata a vicepresidente de los EE. UU., ha lanzado la idea de recomendar a los norteamericanos una lista de libros legibles frente a otros ilegibles, supongo que la valoración que ha hecho el equipo de Palin para confeccionar la lista no ha sido literaria sino sencillamente política. No quiero pensar en los autores censurados, ¿quizá Whitman o Scott Fitzgerald?´

'Fahrenheit 451' es el título de una novela de Ray Bradbury llevada a la pantalla con gran éxito por François Truffaut en 1966; 'Fahrenheit 451' es la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde. En una sociedad donde prima la televisión y los electrodomésticos el libro trae la desgracia y las autoridades procuran borrar el rastro de los mismos por las buenas o por las malas.

Truffaut convirtió la novela de Bradbury en una obra de arte: un grupo delirante de bomberos especializados se dedica a quemar, y luego a apagar, las casas cuyos habitantes son lectores. En aquella sociedad futurista poseer una casa con biblioteca está penado por la ley, el castigo es la cadena perpetua pero el gobierno procura que los propietarios mueran carbonizados junto a sus bibliotecas. El gobierno mantiene drogada a la ciudadanía, para ello utiliza pastillas de colores y un televisor con tres pantallas. Como respuesta final los lectores deciden aprenderse los libros de memoria y trasmitirlos a sus hijos para que jamás desaparezcan.

'Fahrenheit 451' es una película de ciencia-ficción pero al ritmo que vamos no está lejos de la realidad más dura, esa que confunde el libro con el libelo programático. El supuesto desprestigio del libro va en paralelo a su gran defensa por una inmensa minoría social que aún conserva el interés por su memoria, esa memoria que no debe funcionar sólo para desenterrar muertos sino también para recordar que la censura contra los libros actúa descaradamente bajo las dictaduras de uno u otro signo pero también, de forma solapada, en las sociedades democráticas, ¿de qué manera?, pues dando prioridad al consumo fugaz, a los soportes fáciles, a la información antes que a la formación. La historiografía de la represión y censura de los libros es interminable, por eso hay que estar alerta y no permitir que siga ocurriendo, porque, no lo duden, sigue ocurriendo. La editorial inglesa Random House, sin ir más lejos, no ha publicado a varios autores que tenía contratados porque ha recibido amenazas de clérigos musulmanes.

En periodos de crisis es cuando más hay que apoyar la cultura, y eso pasa por apoyar la edición y la conservación de los libros. Personas interesadas en deshumanizar la sociedad aprovechan estos momentos para borrar del mapa la reflexión que pasa por la lectura, el viaje al pasado a través de las páginas de los libros.

La lectura de un libro, siempre, nos hará más libre.

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