17 oct 2014

El hábito de la lectura, un tema clave de nuestra educación

Por: Rafael Lucio Gil
Un indicador clave para conocer los niveles culturales de cualquier país, es poder apreciar el nivel de hábito de lectura que tengan sus habitantes. Un dato interesante es observar, en otros países, cómo jóvenes y adultos, profesionales y personas diversas, acompañan sus viajes leyendo un libro o revista.
Lo cierto es que en nuestro país, aunque no contamos con datos precisos acerca de este indicador, la experiencia de educador nos evidencia a menudo que niños, niñas, adolescentes, jóvenes, estudiantes de todos los niveles, profesionales, etc., leen muy poco.
Este déficit refleja y acumula, en el tiempo, un vacío cultural muy profundo que tiene implicaciones presentes y futuras para el desarrollo del país. Cierto es que el entorno cotidiano, las pocas bibliotecas existentes, las pocas y caras librerías, la ausencia de locales comunales con bibliotecas, etc., no contribuye a que la lectura se vuelva un hábito en la sociedad, lo que empobrece sensiblemente los niveles culturales de la ciudadanía.
Podríamos afirmar que existe una relación directa entre la poca cultura de lectura que existe, y la pobre capacidad de la ciudadanía para comprender lo que está ocurriendo en su entorno social, político, cultural y económico; para argumentar sus propias ideas con fundamento científico básico y no con superficialidad, y aportar críticas constructivas y propuestas que contribuyan a mejorar el entorno social y político, el funcionamiento del estado y de sus instituciones.
La educación recibida por cada quien, desde su niñez, imprime la tónica fundamental que preside la actuación de niños y niñas, ya como adolescentes, universitarios y profesionales.
El adultismo está presente en cómo se enseña la lectura, principalmente, en la primaria y también en la secundaria. Son los intereses de los autores de libros de texto y de maestras y maestras, los que presiden el escenario de enseñanza de la lectura, utilizando temas muy alejados de los intereses de niños, niñas y adolescentes.
La enseñanza de la lectura no logra encantar a niños y niñas, motivándoles a continuar leyendo por su propia cuenta, y desarrollando en ellos y ellas “hambre de leer, de aprender”. Los métodos de su enseñanza se quedan en la periferia, sin tocar las venas profundas motivacionales y de comprensión de los estudiantes. Y lo peor es que, en dependencia de cómo algunos maestros y maestras de primaria y de secundaria enfocan las lecturas literarias de autores nacionales y extranjeros, sin mediación pedagógica alguna, ni utilización de recursos didácticos motivacionales, terminan por crear un rechazo hacia la lectura.
Los medios de comunicación le hacen también el juego a esta realidad, acabando por presentar algunos periódicos de versiones superficiales, lecturas e informaciones con muy poco peso y sustento crítico científico. La TV, la radio, el celular, y las redes sociales, tal como se utilizan, acaban por destrozar las normas básicas de lectura y escritura, reducen contenidos al máximo, cambiándolos por imágenes, disminuyendo, así, la racionalidad del saber, por una racionalidad ligth, superficial, de imágenes. Así, medios concebidos para ayudar a pensar, naufragan en la superficialidad de lo vano y supérfluo, renunciando a las páginas culturales para incrementar su mercado.
Siendo así, muchos niños, niñas, adolescentes, universitarios y profesionales acaban detestando la lectura por cansada, aburrida e ininteligible, desarrollando en ellos la alergia, que les vacuna en contra del hábito de la lectura.
Es así como el amor por la lectura acaba siendo sofocado, frente a tantas inclemencias que concurren, gestando una subcultura de rechazo al conocimiento, y regresando progresivamente a “la cultura del silencio”, y no a la “cultura de la palabra”, contrario a lo que Paulo Freire nos planteara. Al final, se desarrolla lo que podríamos llamar “analfabetismo del saber”.
Es preciso hacer algo para contrarrestar esta dinámica involutiva y depredadora del conocimiento, la cultura y el desarrollo. Es necesario poner un alto a este derrotero. Ya existen algunos programas, muy pocos, para inyectar esta alegría y gozo de leer, pero se requieren cambios de fondo y forma al interior de los currículos, principalmente del nivel primario y secundario. Animamos a todas las instituciones educativas, sociales, empresariales, estatales a unir esfuerzos e iniciativas, para lograr que en todo el país desarrollemos, desde los primeros años de vida, "hambre de saber, de leer". Que logremos reencantar a la población con la lectura, haciendo plausible la "cultura de la palabra y el saber", para que renuncien a la “cultura del silencio”.

Fuente: http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/330241-habito-de-lectura-tema-clave-de-nuestra-educacion

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